Las puñeteras bolas
SOLO EL TIEMPO PASA.
Canciones como ésta PERMANECEN, porque resulta imposible sacarla de la "mochila" y aparcarla en un rincón.
SEFUELA
Circula por estos lares del internés un archivete que habla de una nueva patología, llamada “sefuela”. Te puedes autodiagnosticar si eres capaz de comprobar que ya no aguantas lo mismo bebiendo, que no eres capaz de trasnochar si al día siguiente tienes que rendir, que ves con malos ojos a una pandilleja de gente divirtiéndose escandalosamente, o si te dicen “señora” o te tratan de “usted” ¡¡¡en tós los laos!!!... Si reúnes alguno de estos puntos, te dice que te has contagiado de “SE FUE LA juventud”.
Algo similar me ha pasao. Por supuesto que no se trata de la juventud, que sigue anidada en mí perennemente, por los siglos de los siglos... En mi caso, se me fue la musa.
Para andar de escribano en un blog, entre otras cosas, es necesario contar las cosas que crees van a interesar. Las musas te pintan en amarillo ‘fosforito’ los renglones de la vida que tienes que trasladar al blog... y creo que a mi musa se le ha acabao el rotulador.
Pero sobre todo, para sentarte a idear has de desear hacerlo y no hay otro motivo que el puro egoísmo: DISFRUTAS haciéndolo, te DIVIERTES, te lo pasas DE COJONES confabulando, pensando, tramando, construyendo aquello de lo que, cuando terminas, te quedas a gusto. Si falla algo de esto, si no aparece la “chispa”, se convierte en obligación... y ya no es lo mismo.
Mazericos y mazericas (que diria mi Huelgui...): Me lo he pasao de ESCANDALO como seguramente no podréis ni imaginar -bueno, perdón, hay un bicho por ahí que SÍ lo sabe-. Me he pegao unas jartás a reir que me ha llegao a doler la barriga, he disfrutao como un loco fuera de la tapia del manicomio, me he sentido BIEN y todo eso lo tengo que agradecer: a Jota por abrir el local y ceder los derechos..., a vosotr@s que habéis andao por ahí y lo habéis llenao con vuestros comentarios..., y muy especialmente GRACIAS A LAURA por sacarme aquel juego de llaves.
No es un adiós, ni un hasta luego: tan sólo aparco el lápiz, lo dejo en un lao de la mesa, a mano...
Este blog es el sitio donde se cuenta toda una HISTORIA VIVIDA y al que sigo muy apegado, acudiendo para saber, de vez en cuando, de toda esa gentuza que un día le dió por levantarse y gritar:
“BERMEJO CABRON, JUSTICIA SOLUCION”
Nos leemos en el mini.
Noche de Reyes
Esta es la noche más especial para mí, desde que tenía 8 años. Y os quiero contar porqué lo es.
Cuando tenía 8 años, unas niñas en mi clase me contaron que los reyes no existían, que eran los padres. La que se montó en clase, madre mía, había dos bandos, las pro-reyes y las pro-papás. Casi llegamos a darnos tortas, que es como se resolvían entonces las cuestiones importantes, como debe ser.
Al final, nadie convenció a nadie, por supuesto, y cada una se fue a su casa, convencida de que llevaba la razón. O al menos en apariencia, porque la sombra de la duda estaba ahí, al fin y al cabo, lo que decía Mari Cris, la pedorra que me lo contó (nunca se lo he perdonado), tenía cierta lógica, y su teoría explicaba todas las cosas raras que hacían los Reyes Magos cada 5 de enero…como subir con tres camellos a un 5º piso por el balcón, pudiendo usar el ascensor, su extraña afición a beberse la copa de coñac que les dejaba preparada en la mesa de la cocina, y dejar intacta la leche, que estaba muchísimo más rica…que año tras año se les olvidara dejarme el scalextric, y eso que lo escribía en mayúsculas y subrayado, y a cambio me trajeran un estuche birrioso para el cole que desde luego yo no había pedido…
Dispuesta a resolver el misterio de una buena vez, llegué a casa, tiré la mochila en la entrada y me fui directa a mi madre, que estaba en la cocina preparando la comida. No me anduve con rodeos, me planté delante de ella y muy seria le dije: - Mami, te voy a hacer una pregunta, pero me tienes que decir la verdad. Si le sorprendió, la verdad es que lo disimuló muy bien, porque con naturalidad me dijo que le preguntara lo que quisiera. – Vale, ¿es verdad que vosotros sois los Reyes?...no quiero mentiras, eh, dime la verdad.
Ahora que soy madre y sé que me tocará pasar por esto algún día, entiendo lo mal que lo debió pasar la pobre. Se quedó callada unos segundos, y acercándose a mi, me acarició la cara y me dijo:
-¿Seguro que quieres la verdad? Joder, me temblaban las piernas, pero asentí con la cabeza, con el ceño fruncido, haciéndome la dura.
-Pues sí hija, los Reyes somos los padres.
Ya estaba, lo había dicho, y no había vuelta atrás; Mari Cris tenía razón y yo era una imbécil. Reaccioné bastante bien, sólo tardé tres segundos en ponerme a llorar como una Magdalena.
En estas, llegó mi padre a casa. Al encontrase aquel drama montado, y recibir las explicaciones de lo que había ocurrido, hizo lo que hacía muchas veces, meneó la cabeza con una media sonrisa en la boca, y me dijo que dejara de llorar y pusiera la mesa para comer.
No se volvió a mencionar el tema, comimos, después me volví al cole, toda taciturna (ya entonces gastaba malas pulgas), y por supuesto, me guardé mucho de confesarle mucho a la pedorra mi descubrimiento, antes muerta que reconocer una derrota así.
Llegaron las vacaciones de Navidad, y la noche del 5 de enero. Yo ni había escrito la carta, ¿para qué?, ya no tenía sentido. Como tenía sobrinos pequeños, hacía ver que todo estaba igual, para no chafarles a ellos la ilusión, pero no era lo mismo, esa noche pensaba dormir por primera vez como un lirón, vaya que sí.
Sin embargo, mi padre me tenía reservada una sorpresa, para esa noche. Cuando llegó la hora de irme a dormir, y ya me disponía a despedirme con mi beso de todas las noches, él me dijo: - No, hija, esta noche tenemos trabajo. Mi madre sonreía, con el abrigo puesto, esperándonos en la puerta de casa.
Esa noche, con 8 añitos recién cumplidos, me convertí en Rey Mago. Mis padres me dejaron elegir los regalos para mis hermanos, mis sobrinos, primos, los suyos…(mis regalos no, lástima, porque hubiera caído el scalextric fijo). Fue maravilloso, era como estar haciendo una travesura por la que nadie te va a castigar, sino al revés. Cuando esa noche me acosté, casi a la una de la madrugada, creo que era la cría más feliz de Zaragoza.
Esa noche aprendí dos cosas, entonces no lo supe, claro, con esa edad no te das cuenta, pero lo he sabido después. La primera, que tuve unos padres maravillosos, que supieron transformar una desilusión en algo que no he olvidado ni olvidaré nunca. La segunda cosa que aprendí, es que siempre es mucho mejor dar que recibir.
Pd. Al que se le ocurra hacer alguna bromita con esto último de "dar y recibir", los Reyes Magos le traerán carbón este año, ya sabéis que tengo mano en este asunto.
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Cuando tenía 8 años, unas niñas en mi clase me contaron que los reyes no existían, que eran los padres. La que se montó en clase, madre mía, había dos bandos, las pro-reyes y las pro-papás. Casi llegamos a darnos tortas, que es como se resolvían entonces las cuestiones importantes, como debe ser.
Al final, nadie convenció a nadie, por supuesto, y cada una se fue a su casa, convencida de que llevaba la razón. O al menos en apariencia, porque la sombra de la duda estaba ahí, al fin y al cabo, lo que decía Mari Cris, la pedorra que me lo contó (nunca se lo he perdonado), tenía cierta lógica, y su teoría explicaba todas las cosas raras que hacían los Reyes Magos cada 5 de enero…como subir con tres camellos a un 5º piso por el balcón, pudiendo usar el ascensor, su extraña afición a beberse la copa de coñac que les dejaba preparada en la mesa de la cocina, y dejar intacta la leche, que estaba muchísimo más rica…que año tras año se les olvidara dejarme el scalextric, y eso que lo escribía en mayúsculas y subrayado, y a cambio me trajeran un estuche birrioso para el cole que desde luego yo no había pedido…
Dispuesta a resolver el misterio de una buena vez, llegué a casa, tiré la mochila en la entrada y me fui directa a mi madre, que estaba en la cocina preparando la comida. No me anduve con rodeos, me planté delante de ella y muy seria le dije: - Mami, te voy a hacer una pregunta, pero me tienes que decir la verdad. Si le sorprendió, la verdad es que lo disimuló muy bien, porque con naturalidad me dijo que le preguntara lo que quisiera. – Vale, ¿es verdad que vosotros sois los Reyes?...no quiero mentiras, eh, dime la verdad.
Ahora que soy madre y sé que me tocará pasar por esto algún día, entiendo lo mal que lo debió pasar la pobre. Se quedó callada unos segundos, y acercándose a mi, me acarició la cara y me dijo:
-¿Seguro que quieres la verdad? Joder, me temblaban las piernas, pero asentí con la cabeza, con el ceño fruncido, haciéndome la dura.
-Pues sí hija, los Reyes somos los padres.
Ya estaba, lo había dicho, y no había vuelta atrás; Mari Cris tenía razón y yo era una imbécil. Reaccioné bastante bien, sólo tardé tres segundos en ponerme a llorar como una Magdalena.
En estas, llegó mi padre a casa. Al encontrase aquel drama montado, y recibir las explicaciones de lo que había ocurrido, hizo lo que hacía muchas veces, meneó la cabeza con una media sonrisa en la boca, y me dijo que dejara de llorar y pusiera la mesa para comer.
No se volvió a mencionar el tema, comimos, después me volví al cole, toda taciturna (ya entonces gastaba malas pulgas), y por supuesto, me guardé mucho de confesarle mucho a la pedorra mi descubrimiento, antes muerta que reconocer una derrota así.
Llegaron las vacaciones de Navidad, y la noche del 5 de enero. Yo ni había escrito la carta, ¿para qué?, ya no tenía sentido. Como tenía sobrinos pequeños, hacía ver que todo estaba igual, para no chafarles a ellos la ilusión, pero no era lo mismo, esa noche pensaba dormir por primera vez como un lirón, vaya que sí.
Sin embargo, mi padre me tenía reservada una sorpresa, para esa noche. Cuando llegó la hora de irme a dormir, y ya me disponía a despedirme con mi beso de todas las noches, él me dijo: - No, hija, esta noche tenemos trabajo. Mi madre sonreía, con el abrigo puesto, esperándonos en la puerta de casa.
Esa noche, con 8 añitos recién cumplidos, me convertí en Rey Mago. Mis padres me dejaron elegir los regalos para mis hermanos, mis sobrinos, primos, los suyos…(mis regalos no, lástima, porque hubiera caído el scalextric fijo). Fue maravilloso, era como estar haciendo una travesura por la que nadie te va a castigar, sino al revés. Cuando esa noche me acosté, casi a la una de la madrugada, creo que era la cría más feliz de Zaragoza.
Esa noche aprendí dos cosas, entonces no lo supe, claro, con esa edad no te das cuenta, pero lo he sabido después. La primera, que tuve unos padres maravillosos, que supieron transformar una desilusión en algo que no he olvidado ni olvidaré nunca. La segunda cosa que aprendí, es que siempre es mucho mejor dar que recibir.
Pd. Al que se le ocurra hacer alguna bromita con esto último de "dar y recibir", los Reyes Magos le traerán carbón este año, ya sabéis que tengo mano en este asunto.