Bueno, mi mamá me ha pedido que os cuente nuestras vacaciones, porque dice que ella está muy vaga para pensar y que tiene una depresión post-vacacional, que no tengo ni idea de lo que es, pero supongo que tiene que ver con que todo el día me está riñendo y tiene más mala leche de la habitual.
Me llamo Julia y tengo 4 años, y el año que viene haré la mano entera, cosa que me hace mucha ilusión porque eso querrá decir que seré mayor y me dejarán ver los dibus de los Gormitis. Ahora sólo me dejan ver Heidi, dice mi papá que lo que echan por la tele le da miedo que lo vea, por si me traumatizo, otra palabra rara que tampoco sé bien lo que significa, pero debe ser que me vuelva un poco más trasto de lo que ya soy.
Este año mis papás me han llevado a pasar las vacaciones a casa de Chispo. Me lo he pasado genial. Dice Mami que os explique quien es Chispo, claro, vosotros no le conocéis…es mi perrito de veraneo en Asturias, hasta que consiga tener uno para todos los días en Logroño (Mamá ahora mismo acaba de levantar una ceja así que cambiamos de tema). Pili, la dueña de la casa de Chispo, es amiga de mis papás, y vive muy lejos de Logroño, a un montón de minutos en coche, porque durante el viaje, yo pregunté unas doscientas veces cuándo llegábamos, y mi mami siempre me decía “en unos minutos, cielo”…bueno, al final ya no me llamaba cielo, porque no sé si os he contado que mi Mami tiene un genio morrocotudo cuando se enfada, y ya dejé de preguntar por si las moscas.
Chispo es mi perro más favorito de todos los perros, porque yo le quiero y él me quiere a mí. Papá dice que en realidad me sufre en silencio, y todos se ríen cuando lo dice, pero yo no le pillo la gracia, mi Papá es un poco raro, la verdad, pero yo le sigo la corriente, porque mi Mamá dice que así le tenemos contento y nos invita a helados. Con Chispo juego a muchas cosas, le doy una galleta todas las mañanas, bueno, más de una, pero no se lo digáis a nadie porque es un secreto…pero lo que más me gusta es ponerle su correa y sacarle a pasear yo sólita por la calle. Bueno, un día decidí que Chispo merecía la oportunidad de experimentar nuevas sensaciones así que fui a robarle unas flores a mi tía Sara de sus jardineras y se las coloqué en el collar y le dije que ahora se llamaría Chispa (al perro, no a mi tía…esto también me ha dicho Mamá que lo aclare). El abuelo Agustín estaba un poco asustado, pero como también me quiere mucho, me dejó hacerle el cambio de sexo a Chispo.
He hecho más cosas este verano, pero como soy pequeña no me acuerdo de todas. En Soto lo mejor de todo es que siempre hay alguien dispuesto a comprarme un helado, si no me lo compran mis tíos, me lo compra Pili o mi yaya, y mis primos y yo nos ponemos las botas. Cuando los mayores están tomando el vermuth ese que se toman, es el mejor momento para pedirlos, porque para que no les molestemos los niños, en seguida te sueltan la pasta. Esa es una de las cosas más interesantes que he aprendido, saber sacar provecho de las situaciones.
Me gustó mucho también el día que un amigo de mis papás nos subió a todos a su cabaña del monte y nos quedamos allí a comer unos bocadillos de chorizo y me dieron queso de un tal Cabrales, que estaba asqueroso y huele como los calcetines de Papá cuando vuelve a casa de correr. Había vaquitas, y caballos, y unas montañas muy grandes con bosques llenos de animales, como los del cuento de Blancanieves. Ese día le dije a mi Mamá que yo quería vivir siempre allí.
Y creo que ella pensaba lo mismo, pero me dijo que debíamos volver a la normalidad, y yo le contesté que entonces yo no quería volver a eso de la normalidad.
Otro día fui con mis primos a pescar truchas. Lo más divertido de todo es cuando Papá empieza a ponerse colorado y a decir palabras que no se deben decir, porque se pincha al sacar el anzuelo de la boca de los peces ¡es tan gracioso!
También me divertí mucho con mi amiga Elia, ella ya tiene la mano entera, pero jugamos mucho y me pinta los ojos y los labios y nos disfrazamos. Cuando Mamá vio lo guapísima que me había dejado mi amiga Elia, casi llora de la emoción, dijo que en toda su vida había visto algo semejante…es un poco exagerada mi Mamá, a veces.
He estado en otro sitio este verano, cuando nos fuimos de Soto me dio mucha pena dejar a Chispo, a los gatitos, a las gallinas, a las vacas y a todos los demás animales…y también me dio un poquito de pena dejar a mi Yaya, a mis tios y a mis primos, claro, pero menos, dónde va a parar.
Pero Mami me dijo que no debía ponerme triste, porque nos íbamos a otro sitio maravilloso que me iba a gustar mucho y que también estaba lleno de animales. Y era verdad eh, no como lo del hombre del saco, que ya sé que es mentira. Primero fuimos en coche durante muchos más minutos que el viaje anterior, y conseguí no dormirme ni un segundo en todo el viaje, fue muy divertido poder preguntarle a mis papás cada cinco minutos porqué no habíamos llegado todavía y cuanto faltaba y porqué no podíamos escuchar otra vez el CD de Pocahontas, mi favorito. Cuando nos bajamos del coche, mis papás estaban un poco nerviosos, no sé porqué, yo me lo pasé bomba pudiendo hacerles todas esas preguntas todo el rato sin que pudieran mandarme a mi cuarto a jugar.
El sitio al que fuimos se llama Nuria, como la prima, y allí todos hablan inglés, pero un inglés más fácil que el del colegio, porque se entiende casi todo. He aprendido a hablar muchas palabras importantes en inglés : “ un gelat de xocolata si us plau” ,” anem a jugar” , “no m’agrada el peix” y “ bona nit”. No me dio tiempo a aprender más, pero con esas cuatro cosas, un niño puede ir a cualquier parte.
Mamá dice que eso no es inglés, sino catalán, pero ella está equivocada, yo creo que allí todo el mundo hablaba en inglés, vamos, yo lo tengo super claro.
Allí conocí a Nevat, un mastín del pirineo que era blanco como la nieve y era más grande que yo. Cuando le abrazaba estaba blandito y suave, y se dejaba tocar, pero mi corazón sigue siendo de Chispo, que aunque no es tan bonito, es mi perro y por eso es mi favorito.
Mis papás se ponían bastante pesados con las excursiones, pero a mí lo que de verdad me gustaba era montarme en el telecabina para subir al albergue, un sitio muy divertido, lleno de niños como yo, donde me pasaba el tiempo jugando y durmiendo en litera. A mí me tocó la de abajo, pero siempre que se despistaban los mayores, me subía a la de arriba, es más diver.
También monté en barca, y papá me dejó manejar el remo un ratito, y mamá decía que como la tiráramos al agua con tanto meneo nos atizaba a los dos. Y en pony, que era precioso y se llamaba Chocolate, como el helado que más me gusta, aunque a veces se ponía cabezón y papi tenía que tirar por él y mamá darle golpes en el culete para que caminara. Cuando sea mayor me montaré en los caballos grandes, eso también lo he decidido, pero para eso dice mamá que necesito llenar las dos manos, y falta muchíiiiisimo tiempo para eso, es un rollo a veces ser pequeña ¿no?.
Ha sido todo muy divertido, y ahora ya hemos vuelto a la normalidad, o sea, a nuestra casa, y todos andan muy ocupados, siempre corriendo y con cara seria, pero a mí me gusta a veces acordarme de Chispo, cuando meneaba la colita alegre por las mañanas, cuando le daba su galleta y aunque me da pena no poder estar con él, sé que él también se acuerda de mi, y eso me hace no estar tan triste.
Espero que mi mamá lea esto y se decida por fin a comprarme un cachorrito, porque escribir todo esto con 4 años ya tiene su mérito, ¿no creéis?.
Me llamo Julia y tengo 4 años, y el año que viene haré la mano entera, cosa que me hace mucha ilusión porque eso querrá decir que seré mayor y me dejarán ver los dibus de los Gormitis. Ahora sólo me dejan ver Heidi, dice mi papá que lo que echan por la tele le da miedo que lo vea, por si me traumatizo, otra palabra rara que tampoco sé bien lo que significa, pero debe ser que me vuelva un poco más trasto de lo que ya soy.
Este año mis papás me han llevado a pasar las vacaciones a casa de Chispo. Me lo he pasado genial. Dice Mami que os explique quien es Chispo, claro, vosotros no le conocéis…es mi perrito de veraneo en Asturias, hasta que consiga tener uno para todos los días en Logroño (Mamá ahora mismo acaba de levantar una ceja así que cambiamos de tema). Pili, la dueña de la casa de Chispo, es amiga de mis papás, y vive muy lejos de Logroño, a un montón de minutos en coche, porque durante el viaje, yo pregunté unas doscientas veces cuándo llegábamos, y mi mami siempre me decía “en unos minutos, cielo”…bueno, al final ya no me llamaba cielo, porque no sé si os he contado que mi Mami tiene un genio morrocotudo cuando se enfada, y ya dejé de preguntar por si las moscas.
Chispo es mi perro más favorito de todos los perros, porque yo le quiero y él me quiere a mí. Papá dice que en realidad me sufre en silencio, y todos se ríen cuando lo dice, pero yo no le pillo la gracia, mi Papá es un poco raro, la verdad, pero yo le sigo la corriente, porque mi Mamá dice que así le tenemos contento y nos invita a helados. Con Chispo juego a muchas cosas, le doy una galleta todas las mañanas, bueno, más de una, pero no se lo digáis a nadie porque es un secreto…pero lo que más me gusta es ponerle su correa y sacarle a pasear yo sólita por la calle. Bueno, un día decidí que Chispo merecía la oportunidad de experimentar nuevas sensaciones así que fui a robarle unas flores a mi tía Sara de sus jardineras y se las coloqué en el collar y le dije que ahora se llamaría Chispa (al perro, no a mi tía…esto también me ha dicho Mamá que lo aclare). El abuelo Agustín estaba un poco asustado, pero como también me quiere mucho, me dejó hacerle el cambio de sexo a Chispo.
He hecho más cosas este verano, pero como soy pequeña no me acuerdo de todas. En Soto lo mejor de todo es que siempre hay alguien dispuesto a comprarme un helado, si no me lo compran mis tíos, me lo compra Pili o mi yaya, y mis primos y yo nos ponemos las botas. Cuando los mayores están tomando el vermuth ese que se toman, es el mejor momento para pedirlos, porque para que no les molestemos los niños, en seguida te sueltan la pasta. Esa es una de las cosas más interesantes que he aprendido, saber sacar provecho de las situaciones.
Me gustó mucho también el día que un amigo de mis papás nos subió a todos a su cabaña del monte y nos quedamos allí a comer unos bocadillos de chorizo y me dieron queso de un tal Cabrales, que estaba asqueroso y huele como los calcetines de Papá cuando vuelve a casa de correr. Había vaquitas, y caballos, y unas montañas muy grandes con bosques llenos de animales, como los del cuento de Blancanieves. Ese día le dije a mi Mamá que yo quería vivir siempre allí.
Y creo que ella pensaba lo mismo, pero me dijo que debíamos volver a la normalidad, y yo le contesté que entonces yo no quería volver a eso de la normalidad.
Otro día fui con mis primos a pescar truchas. Lo más divertido de todo es cuando Papá empieza a ponerse colorado y a decir palabras que no se deben decir, porque se pincha al sacar el anzuelo de la boca de los peces ¡es tan gracioso!
También me divertí mucho con mi amiga Elia, ella ya tiene la mano entera, pero jugamos mucho y me pinta los ojos y los labios y nos disfrazamos. Cuando Mamá vio lo guapísima que me había dejado mi amiga Elia, casi llora de la emoción, dijo que en toda su vida había visto algo semejante…es un poco exagerada mi Mamá, a veces.
He estado en otro sitio este verano, cuando nos fuimos de Soto me dio mucha pena dejar a Chispo, a los gatitos, a las gallinas, a las vacas y a todos los demás animales…y también me dio un poquito de pena dejar a mi Yaya, a mis tios y a mis primos, claro, pero menos, dónde va a parar.
Pero Mami me dijo que no debía ponerme triste, porque nos íbamos a otro sitio maravilloso que me iba a gustar mucho y que también estaba lleno de animales. Y era verdad eh, no como lo del hombre del saco, que ya sé que es mentira. Primero fuimos en coche durante muchos más minutos que el viaje anterior, y conseguí no dormirme ni un segundo en todo el viaje, fue muy divertido poder preguntarle a mis papás cada cinco minutos porqué no habíamos llegado todavía y cuanto faltaba y porqué no podíamos escuchar otra vez el CD de Pocahontas, mi favorito. Cuando nos bajamos del coche, mis papás estaban un poco nerviosos, no sé porqué, yo me lo pasé bomba pudiendo hacerles todas esas preguntas todo el rato sin que pudieran mandarme a mi cuarto a jugar.
El sitio al que fuimos se llama Nuria, como la prima, y allí todos hablan inglés, pero un inglés más fácil que el del colegio, porque se entiende casi todo. He aprendido a hablar muchas palabras importantes en inglés : “ un gelat de xocolata si us plau” ,” anem a jugar” , “no m’agrada el peix” y “ bona nit”. No me dio tiempo a aprender más, pero con esas cuatro cosas, un niño puede ir a cualquier parte.
Mamá dice que eso no es inglés, sino catalán, pero ella está equivocada, yo creo que allí todo el mundo hablaba en inglés, vamos, yo lo tengo super claro.
Allí conocí a Nevat, un mastín del pirineo que era blanco como la nieve y era más grande que yo. Cuando le abrazaba estaba blandito y suave, y se dejaba tocar, pero mi corazón sigue siendo de Chispo, que aunque no es tan bonito, es mi perro y por eso es mi favorito.
Mis papás se ponían bastante pesados con las excursiones, pero a mí lo que de verdad me gustaba era montarme en el telecabina para subir al albergue, un sitio muy divertido, lleno de niños como yo, donde me pasaba el tiempo jugando y durmiendo en litera. A mí me tocó la de abajo, pero siempre que se despistaban los mayores, me subía a la de arriba, es más diver.
También monté en barca, y papá me dejó manejar el remo un ratito, y mamá decía que como la tiráramos al agua con tanto meneo nos atizaba a los dos. Y en pony, que era precioso y se llamaba Chocolate, como el helado que más me gusta, aunque a veces se ponía cabezón y papi tenía que tirar por él y mamá darle golpes en el culete para que caminara. Cuando sea mayor me montaré en los caballos grandes, eso también lo he decidido, pero para eso dice mamá que necesito llenar las dos manos, y falta muchíiiiisimo tiempo para eso, es un rollo a veces ser pequeña ¿no?.
Ha sido todo muy divertido, y ahora ya hemos vuelto a la normalidad, o sea, a nuestra casa, y todos andan muy ocupados, siempre corriendo y con cara seria, pero a mí me gusta a veces acordarme de Chispo, cuando meneaba la colita alegre por las mañanas, cuando le daba su galleta y aunque me da pena no poder estar con él, sé que él también se acuerda de mi, y eso me hace no estar tan triste.
Espero que mi mamá lea esto y se decida por fin a comprarme un cachorrito, porque escribir todo esto con 4 años ya tiene su mérito, ¿no creéis?.
JULIA